Cuando vemos pinturas de Van Gogh como la noche estrellada o “los girasoles” es fácil imaginarse que él era un hombre alegre y energético. Pero, tristemente esta no es la realidad. Su vida estuvo llena de frustraciones, depresión y un poco de locura.
Vincent era hijo de un ministro protestante en los Países Bajos, y desde muy chico fue mandado a estudiar lejos de casa en un internado.
Y no tenemos más detalles sobre su infancia, pero cuando Van Gogh era adulto, la describió como “triste, fría y estéril”.
A los 15 años abandonó la secundaria por falta de recursos económicos y se fue a trabajar con su tío, que era comerciante de arte. Y aquí fue donde comenzó su amor al arte.
También, en este tiempo Van Gogh se enamoró perdidamente de una muchacha, pero como ella ya estaba comprometida con alguien más, lo rechazó.
Con su corazón roto, Vincent se mudó a París, donde su amor por el arte siguió creciendo. Sin embargo, Van Gogh seguía con el corazón roto y para desahogarse comenzó a escribirle cartas a su hermano Theo, que por cierto, fue la única persona que apoyó a Van Gogh en su carrera artística.
Tiempo después, Van Gogh encontró consuelo en la religión. Y queriendo seguir los pasos de su padre, Vincent comenzó a trabajar como ayudante de un pastor metodista y se terminó convirtiéndose en un predicador.
Estaba tan comprometido con su vida religiosa que aplicó a la escuela de teología de Amsterdam, pero no fue aceptado porque era muy indisciplinado y le faltaban estudios básicos. Sin embargo, Van Gogh consiguió que lo enviaran como misionero a Bélgica a una región minera donde la gente era muy pobre.
Fue aquí donde Vincent conoció la pobreza extrema y el sufrimiento que esta causaba. y también fue aquí donde se empezó a notar uno de los grandes problemas de Van Gogh, su hiperempatía.
Van Gogh no podía evitar sentir profundamente el sufrimiento de las personas pobres que evangelizaba. Y a raíz de esto, como una muestra de solidaridad, Van Gogh dejó de bañarse. Quería oler igual de mal que los trabajadores de las minas para hacerles ver que él era uno de ellos.
Theo le ayudaba a solventar sus gastos durante este tiempo, y comenzó a notar que la salud de Van Gogh se estaba deteriorando. Debido a esto, los supervisores decidieron enviar a Van Gogh a evangelizar en otro poblado, donde permaneció un año más.
Pero la situación no mejoró. En este segundo poblado Vincent siguió viviendo en condiciones precarias. Y por eso, Theo le recomendó que dejara de lado esa vida y que buscara una carrera en el arte para poder ganar un poco de dinero. Y como Vincent no quería ser una carga para su hermano, le tomó la palabra y comenzó a tomar clases de arte a sus 27 años.
Vincent regresó a los Países Bajos para pasar tiempo con su familia y seguir aprendiendo de arte. Y otra vez, se enamoró perdidamente de una mujer inalcanzable. Esta vez, la mujer era su prima, quien había enviudado recientemente y Van Gogh decidió pedirle matrimonio al ver su sufrimiento.
Horrorizada, ella lo rechazó rotundamente. Pero el insistió y se armó un alboroto tan grande en la familia que el padre de Van Gogh se vio obligado a correrlo de la casa.
Otra vez Vincent escapó con el corazón roto, esta vez se mudó a una ciudad del norte de holanda llamada La Haya.
Ahí, tal vez por despecho, tal vez por lastima, Van Gogh decidió recoger una prostituta borracha de la calle, quién además de ya tener una hija, estaba embarazada.
Con ella, Vincent intentó construir una familia, pero después de un tiempo, esta mujer decidió abandonarlo para seguir dedicándose a la prostitución.
Para este punto, Van Gogh ya estaba sumido en una gran depresión. Su inestabilidad emocional lo hizo adquirir vicios y adoptar una dieta muy pobre.
Su sufrimiento fue mitigado cuando visitó en París a su hermano Theo, quien le presentó a algunos pintores del impresionismo.
Ellos fueron una gran influencia en la carrera artística de Van Gogh y de ellos aprendió a usar los colores brillantes.
Después de un tiempo, Vincent tuvo la idea de crear un centro artístico para que muchos artistas pudieran interactuar y pintar juntos y las obras realizadas serían mandadas a Theo para que las vendiera.
A Theo le pareció buena la idea y decidió financiar a Van Gogh, quién rentó el pequeño estudio de arte que después fue conocido como “La casa Amarilla”.
Este nuevo proyecto representaba la solución para su soledad. Y muy entusiasmado, Vincent invitó a varios artistas contemporáneos a compartir las instalaciones y aprender el uno del otro.
Sin embargo, para su desilusión, el único artista que aceptó la invitación fue Paul Gauguin.
Aunque ambos artistas lograron encontrar inspiración en el otro y este fue un periodo muy productivo, poco a poco comenzaron a surgir fricciones entre ellos.
Gauguin constantemente se quejaba del desorden de Van Gogh y de su inhabilidad de expresar emociones como un adulto maduro.
Y aunque en este tiempo se produjeron bastantes pinturas, muy pocas llegaron a las manos de Theo.
Un día, después de una discusión, la paciencia de Gauguin se había terminado y amenazó con abandonar “la casa amarilla”. Fue aquí donde se piensa que Van Gogh se cortó la oreja con una navaja para llamar la atención de Gauguin e intentar producirle lastima. Después de todo, Van Gogh estaba acostumbrado a sentir mucha lástima por los demás, y esperaba que Gauguin sintiera lo mismo por él.
Pero en vez de conmoverse, se terminó de convencer de que Van Gogh estaba un poco loco y que era mejor irse de la famosa Casa Amarilla. Gauguin se embarcó a una isla del pacífico y los dos artistas jamás se volvieron a ver.
A raíz de esto Van Gogh se puso a reflexionar y se dió cuenta de que su comportamiento no era normal. Por eso, decidió internarse en una sanatorio para enfermos mentales, donde creyó que encontraría la ayuda que necesitaba.
Vincent estuvo cerca de un año en este sanatorio y produjo cerca de 150 pinturas, entre ellas la famosa Noche estrellada. Y durante este tiempo, su hermano Theo logró que sus obras fueran exhibidas en Bélgica en donde se vendió por primera vez una pintura de Van Gogh. Y tristemente, esa sería la única pintura que Vincent Van Gogh vendería en su vida.
Cuando salió del sanatorio, decidió mudarse a un pequeño pueblito, en el campo cerca de París para continuar pintando. Ahí, se hizo amigo de un doctor que lo cuidaba.
Todo parecía haber mejorado, hasta que un día, Van Gogh regresó a su mesón con un disparo en el pecho.
Algunos piensan que fue un intento de suicidio, porque Van Gogh ya no quería ser una carga para su hermano. Y otros piensan que el disparo fue resultado de una broma cruel que salió mal, que le quisieron hacer unos adolescentes, que comúnmente se burlaban de él. Y se cree que Van Gogh nunca delató a los adolescentes porque el disparo había sido un accidente y por su hiper empatía, no quería meter en problemas a los jóvenes.
En realidad no se sabe de dónde salió ese disparo. Pero lo que sí se sabe, es que Van Gogh murió unos días después en su cuarto, sin fama, sin fortuna y habiendo vendido un solo cuadro en toda su vida.
Años después de su muerte, la familia de Theo se dedicó a compartir las obras y las cartas de Van Gogh. Y así fue como, con el tiempo, la fama de este gran pintor fue creciendo.
Lo triste aquí es que Van Gogh nunca llegó a ver ese reconocimiento. Nunca supo ni se imaginó que llegaría a ser considerado como uno de los grandes maestros.
Su vida tuvo muchos altos y bajos, y aunque a simple vista no se pueda apreciar el sufrimiento en sus pinturas, debemos de recordar que detrás de todos esos colores fuertes y llamativos, existió un hombre perturbado y con un gran amor hacia el prójimo.
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Muchas gracias por su atención, nos vemos en el próximo video.
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