Son pocas las personas que a pesar de grandes dificultades continúan con la convicción de cumplir su objetivo. Y una de esas personas pertenece al grupo de artistas que comenzó con el arte moderno. Hablamos de Pierre-Auguste Renoir, y esta es su historia:
Renoir nació en una pequeña ciudad de Francia en 1841 en una familia humilde. Que pocos años después de su nacimiento, se trasladó a París en búsqueda de mejores oportunidades.
A los 14 años, Renoir tuvo que abandonar la escuela por motivos económicos y comenzó a mostrar un enorme interés por el arte cuando comenzó a pintar porcelana para ganar dinero.
En el taller que trabajaba, conoció a un obrero que también pintaba con óleo. Y este le dio la oportunidad a Renoir de experimentar con sus telas y sus pinturas y aquí fue donde las personas que lo rodeaban comenzaron a notar su gran talento.
Después de un par de años de seguir trabajando y experimentando, los padres de Pierre-Auguste se convencieron de que valía la pena invertir en la formación artística de su hijo, ya que su futuro en este campo parecía ser muy prometedor.
Con este plan en mente, Renoir pasó otro par de años reuniendo dinero pintando persianas y abanicos, hasta que en 1857 por fin logró entrar a la Academia de Bellas artes en París.
Y Renoir estaba tan entusiasmado de aprender más de arte que además de sus clases normales en la academia, empezó a asistir a otro taller de arte, en donde se hizo muy amigo de los jóvenes que serían conocidos como “Los impresionistas”. Estos jóvenes fueron: Claude Monet, Alfred Sisley y Frédéric Bazille.
Este grupo de amigos comenzó a cuestionar las reglas del arte tradicional. Pensaban que tenían que buscar algo nuevo, ya que la propagación de la fotografía estaba restando valor a las técnicas de pintura académicas. Porque, si una familia quería un retrato, era mucho más económico contratar a un fotógrafo que a un pintor. Y además el resultado era más realista y tomaba menos tiempo.
Pero, a diferencia de sus amigos, Renoir seguía anhelando ser reconocido por los críticos académicos. Por eso, aunque él creía firmemente en el movimiento impresionista, siguió intentando hacer arte tradicional para complacerlos. Un ejemplo de las pinturas que hizo en este periodo es “Odalisca (mujer de Argel)”. Que por cierto, puedes comprar en nuestra página al igual que las demás obras que mencionaremos en este video.
Y bueno, en ese tiempo comenzó la guerra Franco-prusiana y muchísimos jóvenes franceses fueron reclutados para servir en el ejército. Uno de ellos fue su querido amigo, Bazille, que falleció en el campo de batalla y dejó una enorme herida en el corazón de Renoir.
Al poco tiempo, también Renoir fue reclutado para la guerra y pasó un tiempo sirviendo en la caballería. Pero por suerte, Renoir tuvo la oportunidad de seguir practicando su arte, mientras le enseñaba pintura a la hija de un general.
En este periodo, Renoir pintó su obra titulada “Paseo a caballo en el bosque de Boulogne”
Después de la guerra, Renoir siguió trabajando por un buen tiempo para lograr que sus obras fueran aceptadas en la galería más prestigiosa de ese tiempo: “El Salón de París”.
En 1860 le presentó a la galería su obra titulada “La parisina”. Pero a pesar de su gran esfuerzo, Renoir otra vez fue rechazado por esta institución.
Este momento marcó un antes y un después en la vida de Renoir. A partir de ese día, se convenció de que su estilo era tan diferente que nunca sería aceptado por los críticos académicos.
Por eso, él y sus amigos impresionistas que se mantenían fieles a su nuevo estilo artístico, decidieron rebelarse contra las reglas del arte académico y abrieron su propia galería independiente.
Ahí, los jóvenes pusieron toda su concentración y esfuerzo en hacer funcionar este nuevo estilo de arte. Libre de los parámetros del realismo y más abierto a la interpretación personal.
Renoir fue parte de la primera exhibición independiente de “los impresionistas”, y aunque su éxito tardó tiempo en llegar, cada uno de los jóvenes comenzó a madurar su propio estilo artístico. En este periodo, Renoir pintó su obra llamada “Las bañistas”.
Para este punto de su vida, a Pierre-Auguste ya no le importaba el rechazo de la sociedad hacia su arte y comenzó a hacer todas sus pinturas con su nueva técnica impresionista.
Para inspirarse, Renoir frecuentaba plazas públicas, en las que repartía sombreros bonitos a las jóvenes que encontraba a cambio de que ellas se dejaran retratar. Un ejemplo de estas pinturas son sus obras “Baile en Bougival” y “Baile en el Moulin de la Galette”
Estas hermosas pinturas no tardaron en ser notadas por diferentes personas de dinero, obviamente. Y estos señores acaudalados comenzaron a pagarle a Renoir para que retratara a sus hijas. Y así fue como Renoir se fue ganando la vida y mejorando su situación económica mientras mejoraba su técnica. Ejemplo de estos retratos que hizo son las pinturas llamadas “Las hijas de Durand-Ruel” y “En la terraza (dos hermanas)”
El estaba muy enfocado en pintar cuerpos femeninos de una manera agradable a los ojos, y retrata cuerpos desnudos con una exquisita iluminación, como en su pintura “Las bañistas grandes”.
Y bueno, aquí lo que hay que admirar, además de su inmenso talento, es que a pesar de haber pasado por dificultades económicas, Renoir se mantuvo firme en hacer su propio estilo de arte, hasta que la gente lo comenzó a aceptar y los problemas económicos desaparecieron.
Cuando el artista tenía 40 años conoció a una costurera de veinte años y se enamoró perdidamente. Ella se llamaba Aline y desde el principio correspondió a su amor.
Ella se transformó en la modelo de varias de las obras de Renoir, como por ejemplo “Baile en el campo” y su obra más famosa “Almuerzo de los remeros”
Tuvieron un matrimonio feliz y 3 hijos, que después lograrían su propia fama como artistas, cada uno en su propia área.
Lamentablemente, la salud de Renoir nunca fue muy buena y con la edad comenzó a sufrir diferentes achaques físicos. Comenzó con reumas y en las extremidades y después se le diagnosticó artritis.
Todo esto comenzó a empeorar en su vejez, hasta que quedó atado a una silla de ruedas porque ya no podía soportar el dolor de caminar.
Pero, otra vez demostrando su enorme voluntad y amor al arte, Renoir siguió pintando aunque le resultaba físicamente doloroso.
Sus pinturas seguían siendo hermosas. Y aunque sus manos se fueron deformando hasta el punto en el que le era imposible sostener un pincel, Renoir encontró la forma de pintar amarrándose los pinceles a las manos con trapos.
En 1915 su amada esposa Aline falleció y Renoir se quedó solo con sus hijos. Y durante este tiempo, Renoir recibió en su casa a varias de sus modelos y las acogió como si fueran sus propias hijas. Y ellas a cambio, lo atendían y posaban para sus pinturas.
Una de las pinturas que realizó en este estado de salud tan deteriorado, y que es un claro testamento de la voluntad y talento de este hombre, es su obra llamada “Amantes”, que se cree que es un retrato de uno de sus hijos con su novia.
Su salud continuó deteriorándose, pero también continuó su convicción de ser un impresionista. Hasta que un día, se aferró a la vida con tal de terminar una obra en la que estaba trabajando. Y al poco tiempo de terminar su pintura, falleció en paz a los 78 años de edad. Haciendo lo que amaba, y sintiéndose orgulloso de haber mantenido su convicción, orgulloso de haber sido un artista.
Como podemos ver, al igual que los demás impresionistas, Renoir fue un rebelde con una gran causa: abrirle las puertas al arte moderno.
Su vida es un gran ejemplo de superación personal, ya que no dejó que ni la pobreza, ni el rechazo de los críticos, ni la pérdida de sus seres queridos le robaran el sueño de convertirse en un gran artista.
Él vivía para pintar, y en sus obras podemos ver el gran amor y compromiso que tenía con su arte. Y sobre todo, en sus obras podemos ver la alegría de vivir, la alegría de alguien que hace el arte a su estilo, de alguien que sigue su vocación.
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Muchas gracias por su atención, nos vemos en el próximo video.